Con el panorama más claro después de las elecciones, referentes del sector debaten sobre posibles escenarios futuros
Es probable que sea más una cuestión de fe, si se tiene en cuenta que aún no hay señales de reactivación del sector. Sin embargo, algunos referentes – no todos- sostienen que 2020 debe ser, por lógica, un mejor año que el crítico 2019.
“La historia de los últimos años de nuestra economía nos muestra que siempre, después de un ciclo de inestabilidad y recesión, llega otro virtuoso, de crecimiento, por eso tenemos grandes expectativas para el 2020”, sintetiza Gerardo Azcuy, arquitecto y desarrollador. Tamara Alarcón, Responsable Comercial de Mazzei Propiedades, se manifiesta en el mismo sentido. “A pesar del duro golpe que tuvimos este año, en todo el mercado inmobiliario tenemos muy buenas expectativas para el 2020, pero sería fundamental que se estabilice el dólar para que el mercado mejore. Esperemos que el año que viene sea muchísimo mejor que este año que pasó”, reclama.
Lorenzo Raggio, Gerente General de Interwin, comparte el entusiasmo de sus colegas, aunque admite que puede ser exagerado: “Los inmobiliarios pecamos de optimistas. Imaginamos un 2020 con propiedades en pozo como solución de ahorro para flujos en pesos. Con un escenario de dólar tranquilo, podríamos soñar con pequeños y medianos ahorristas volcándose a las propiedades en busca de una manera de ingresar a mercados históricamente dolarizados”. Y agrega que incluso “podría haber un sinceramiento de precios a la baja como intento de los desarrolladores de atraer algo de demanda y vender más unidades”.
En el otro extremo, Luis Guido, socio de GRID Desarrollos Inmobiliarios, opina: “Lo que se puede esperar es más de lo mismo de lo que viene pasando. No creo que haya mucho cambio. Creo que los nuevos desarrollos van a tener que ver siempre con inversiones propias de los desarrolladores o de grupos de inversores que no son usuarios finales de la vivienda, sino que entienden el metro cuadrado o el negocio inmobiliario como un resguardo de valor a través del cual diversifican de alguna manera sus inversiones.” Por otra parte, Guido estima que el cambio de gobierno no demostrará, al menos en el corto plazo, un giro en la economía que se perciba como muy radical. “No parece, por más que sea el gobierno del signo que sea, que haya un cambio inmediato en las tasas de interés. Tiene que bajar mucho la inflación para que las tasas puedan bajar a valores razonables y para que el crédito se active”.
El desarrollador considera que podrían aplicarse algunas medidas que incentiven la creación de viviendas, como una baja de impuestos específicos de la construcción (por zonas o como excepción) o algún tipo de subsidio a la industria de la construcción (como bajas del IVA, baja de ingresos brutos, baja de impuesto al sello). Sin embargo, aclara: “La realidad es que lo que realmente va a terminar impulsando el mercado inmobiliario va a ser un crédito hipotecario viable y créditos intermedios a los constructores, a los desarrolladores, a las empresas constructoras que permitan realmente motorizar de otra manera la industria.” Aún en tinieblas, sólo puede decirse que ganará la mirada más optimista si existe una política expresa de incentivo al sector.