No se puede entender la evolución de la arquitectura moderna sin Wright. La Unesco acaba de confirmarlo ensalzando ocho de sus obras como Patrimonio Mundial.
Museo Solomon R. Guggenheim (Nueva York), de Frank Lloyd Wright.
No solamente es uno de los museos más visitados de Nueva York, sino también uno de los más retratados por los curiosos que se pasean por la Quinta Avenida. Fue el último gran proyecto del arquitecto, ya que sus obras se iniciaron en 1943 y abrió sus puertas en 1959, apenas seis meses después de su fallecimiento. Sus dramáticas curvas, presidida por una rampa en espiral que guía a los visitantes desde el nivel inferior hasta justo debajo del tragaluz del techo, son aún más impresionantes en su interior. Todo aquel que entra en el museo debe dejarse guiar por dicha rampa de casi medio kilómetro de longitud para poder acceder a las distintas salas expositivas que se reparten entre sus seis plantas. Una escalinata hacia el cielo sobrada de arte.
Hollyhock House (Los Ángeles), de Frank Lloyd Wright.
Construida entre 1919 y 1921, Wright se inspiró en los antiguos templos mayas para edificar la vivienda de una joven heredera de un emporio petrolero, la feminista y bohemia Aline Barnsdall. Barnsdall estaba convencida de que Wright era un misógino de tomo y lomo, y se sabe por la correspondencia que ambos mantuvieron en aquel momento que la construcción de la Casa Hollyhock no fue precisamente fácil. Finalmente, la obra, levantada en hormigón armado in situ con bloques de hormigón prefabricado, llegó a buen puerto. A pesar de su ruda apariencia salvaguarda unos interiores cálidos y de lo más sugerentes en la que la amplitud de los espacios anda a sus anchas. Tras décadas abandonada, en 2011 se decidió restaurarla para que volviese a brillar con luz propia en East Hollywood.
Casa Taliesin en Spring Green (Wisconsin), de Frank Lloyd Wright.
Al comenzar a construir una casa para el ingeniero eléctrico Edwin Cheney en Oak Park (Illinois, Chicago), Wright enseguida se sintió atraído por la esposa de Cheney, Mamah Borthwick. Ella dejó a su marido, pero el arquitecto también decidió abandonar a su primera esposa, Kitty, con quien tuvo seis hijos. Ambos se marcharon a Europa en 1909 pero, a su vuelta a Estados Unidos en 1911, Wright levantó su propia casa-estudio al sur de Spring Green (Wisconsin). La bautizó como Taliesin (“arco de plata” en galés). Cuenta con una única planta y está abrazada de piedra caliza amarilla proveniente de una cantera cercana. Rodeada de grandes ventanales para que la luz natural se adentrara en todas las estancias durante el día, la vivienda cuenta con 1.100 metros cuadrados.
Taliesin West (Arizona), de Frank Lloyd Wright.
El 15 de agosto de 1914 Julian Carlton, uno de los empleados de Wright, enloqueció, atrancó todas las puertas menos una de la original casa Taliesin y le prendió fuego. Pero no contento con eso, armado con un hacha esperó a que fueran saliendo por la puerta sus ocupantes y los asesinó uno a uno. Mamah Borthwick, los dos hijos que tuvo con Cheney, un jardinero y otros dos empleados fueron brutalmente asesinados. Abatido, el arquitecto la reconstruyó, pero ese fue el punto de partida para su segunda casa-estudio: la llamada Taliesin West en el desierto de Phoenix, Arizona, donde a partir de 1937 empezó a pasar los inviernos. Fue construida con materiales de la zona tales como rocas del desierto y arena colada, y una de sus principales características recae en las lonas blancas que cubren el techo y atenúan la luz natural del lugar.
Unity Temple (Chicago), de Frank Lloyd Wright.
El propio Wright definió esta obra como “mi joya”. Terminada en 1909, está situada en Chicago, concretamente en Oak Park, a muy poca distancia de su primigenia casa-estudio. En su momento fue un edificio del todo revolucionario por sus líneas cubistas, el hecho de que se construyó con hormigón colado y porque nada tenía que ver con otros templos religiosos de la época. Absolutamente todo, hasta el más mínimo detalle, fue construido por el estadounidense: desde los muebles hasta las vidrieras, pasando por esas ventanas suspendidas que evitaban que se colara el ruido de la calle. Funcionalidad al servicio del rezo.
Frederick C. Robie House (Chicago), de Frank Lloyd Wright.
Es considerado el mayor exponente de las casas pradera (prairie style), unas viviendas unifamiliares integradas en su entorno con secuencia continua de ventanas y un núcleo central constituido por una gran chimenea, alrededor de la cual se disponen las estancias. La también conocida popularmente como Casa Robie se terminó de construir en 1910. Fue un encargo del germano-estadounidense Frederick Carlton Robie, quien quería que su propia vivienda fuese igual de innovadora que luminosa, evitase la sobre-ornamentación, excluyera las líneas curvas y sus estancias fueran amplias (lo que él mismo denominó without interruption). Revestida en ladrillo romano, las líneas horizontales son las principales protagonistas. Aunque desde un primer momento causó furor en Europa (Mies van der Rohe fue uno de los principales fans tanto de la casa como de la obra de Wright), en Estados Unidos no todos acabaron de comprender su genuinidad. Se intentó demoler en 1957 para edificar una residencia de estudiantes, pero las presiones de los vecinos y otros compañeros de profesión evitaron la desdicha.
Casa de la Cascada (Pensilvania), de Frank Lloyd Wright.
Obviamente, no podía faltar la que para muchos es la obra cumbre de Wright. La también conocida como residencia Kaufmann, o Fallingwater en inglés, se construyó entre 1936 y 1939 sobre una cascada del río Bear, en Pensilvania. Fue la casa de campo de Edgar Kauffmann, propietario de unos grandes almacenes en Pittsburgh, y su familia hasta 1963, el momento en el que la vivienda se donó a la Western Pennsylvania Conservancy. Sigue siendo una de las mayores representaciones de la arquitectura orgánica al respetar e integrarse fielmente en el entorno. Sin ir más lejos, los cimientos en realidad son las rocas del lugar y la estructura, que cuenta con dos plantas, se extiende horizontalmente con prominentes voladizos y terrazas salvo en el núcleo vertical, donde se halla la chimenea. La casa, que parece que está suspendida sobre el arroyo, desde 1964 está abierta al público y es una de las mayores atracciones turísticas del Estado.
Casa Jacobs 1 (Wisconsin), de Frank Lloyd Wright.
El periodista del Milwaukee Journal, Herbert Jacobs, retó a Wright con una idea: ¿sería posible construir en 1937 una casa que no superara los 5.000 dólares de la época? El arquitecto se puso manos a la obra y pensó en una vivienda prefabricada en forma de L de una sola planta con dos dormitorios hecha a partir de un contrachapado de 57 milímetros de espesor para abaratar los gastos. Finalmente costó 5.500 dólares, pero fue el inicio de las denominadas casas usonianas: la respuesta de Wright para que las clases medias estadounidenses pudieran hacerse con una casa tras la Gran Depresión. A la familia Jacobs se le quedó pequeña al poco tiempo de mudarse, por lo que en 1940 se trasladaron a la conocida como Casa Jacobs 2, también en Wisconsin, con mayor espacio para su día a día.
Cada uno de estos edificios ofrece soluciones innovadoras a las necesidades de vivienda, culto religioso, trabajo u ocio. El trabajo de Wright de este período tuvo un fuerte impacto en el desarrollo de la arquitectura moderna en Europa”, describió el comité de Patrimonio Mundial reunido ayer en Bakú, Azerbaiyán, sobre la obra del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright. Dicho comité ha sumado ocho de sus obras al listado de Patrimonio Mundial declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Wright, principal precursor de la llamada arquitectura orgánica, así como el impulsor del movimiento Prairie School, no fue siempre entendido en vida. Muchos de sus coetáneos criticaron públicamente su idea de edificación abierta al exterior, la transparencia visual que predominaban en sus edificaciones y su carácter de apertura en los interiores. No obstante, el tiempo le ha puesto en su lugar: fue, es y será siempre el arquitecto estadounidense más influyente de todos los tiempos tanto en su país como en Europa.