En las afueras de Stuttgart, en 1927, tuvo lugar la exposición Weissenhofsiedlung donde 17 jóvenes arquitectos europeos construyeron edificios de viviendas que marcaron el comienzo de la Arquitectura Moderna. Visitar este barrio es entender el origen de cómo vivimos hoy.
El modo contemporáneo de vivir en viviendas adosadas o bloques de pisos, con patios o jardines comunitarios o individuales, dentro de un vecindario cosmopolita donde aparcar el coche en la puerta y llevar a los niños al colegio andando, es algo inventado. En concreto, en 1927 en un barrio de la periferia de Stuttgart (Alemania). La Weissenhofsiedlung (colonia de Weissenhof) es el lugar donde comenzó la vida moderna, al menos en lo arquitectónico, pero también en lo doméstico.
Después de la Primera Guerra Mundial, la Deutscher Werkbund (DWB), una asociación de arquitectos, artistas e industriales fundada en 1907 en Múnich, precursora de la Bauhaus, reflexionaba sobre los nuevos modos de construir tras la debacle bélica que había dejado las arcas de muchos países temblando. Había que inventar un modelo de ciudad más económica en cuanto a materiales y velocidad de producción. Bajo la dirección de Mies van der Rohe, este grupo de visionarios organizó una exposición a la que invitarían a 17 arquitectos para levantar 21 edificaciones que plantearan nuevos recursos constructivos y habitacionales. Los proyectos se basaron en casas unifamiliares, bloques de viviendas, pareados o construcciones en hilera. Existía libertad de creación para cada arquitecto, era un laboratorio. En algo más de medio año, el nuevo barrio de Stuttgart estaba en pie, inaugurándose el 23 de julio de 1927. La Arquitectura Moderna arrancaba así con fuerza.
Azoteas vivibles y muebles flexibles
“La Weissenhofsiedlung fue una presentación de las diversas posiciones que existían en el Modernismo (Neues Bauen, en alemán) sobre el tema de la vivienda; fue creada como una exposición internacional de la construcción”, explica Anja Krämer, historiadora de arquitectura y directora del Weissenhof Museum. Los 17 arquitectos involucrados eran los más importantes defensores del Estilo Internacional; desde Le Corbusier y Pierre Jeanneret, a Walter Gropius, Mart Stam, Bruno Taut, Josef Frank, Victor Bourgeois o Peter Behrens, entre otros. “Todos ellos presentaron nuevas soluciones de planta con paredes y muebles flexibles, una planificación y construcción más rápida y económica, usaron elementos modulares y prefabricados, así como nuevas soluciones para la limpieza y la vida cotidiana en los apartamentos y en las casas”, explica Krämer.
La exposición buscaba promover una nueva forma de vivir, además de un nuevo tipo de arquitectura: más espacio al aire libre en las viviendas, azoteas con usos domésticos, baños de burbujas… “En la Weissenhofsiedlung todos los tipos posibles de edificios residenciales se presentaron como ejemplos, con la intención de impulsar el desarrollo de viviendas en general. Hay edificios de apartamentos, casas adosadas y viviendas unifamiliares. En términos de urbanismo, nunca ha sido un modelo concreto de asentamiento como tal, sino que se basó en modelos de ciudad jardín, que propiciaba vivir rodeados de áreas verdes, aunque los jardines debían ser pequeños”, cuenta la directora del Weissenhof Museum.
Techos planos y fachadas blancas
En lo constructivo, todas las viviendas de este barrio de Stuttgart buscaban ser modelos o prototipos para aplicar en el futuro inmediato en las nuevas edificaciones: armazones de acero, prefabricados de hormigón, nuevos materiales como el corcho, la madera contrachapada, el amianto, la piedra pómez, la chapa… Pero también en lo formal, como techos planos o el color blanco en las fachadas. La artesanía decimonónica desaparecía, era el momento de construir más rápido y más barato. Adiós a Adolf Loos y al ornamento.
Se experimentó aquí el modelo de minivivienda, los apartamentos de distribución flexible donde únicamente la cocina y el baño eran fijos, las terrazas comunitarias y algo tan obvio ahora como un abanico de diferentes tamaños de apartamentos en función de los habitantes del piso. Eficiencia y practicidad. Tal fue la revolución de esta colonia que, pocos años después, en 1932, el MoMA de Nueva York expuso el proyecto en la exposición Modern Architecture: International exhibition que organizó Philip Johnson y Henry-Russell Hitchcock, el que es reconocido como el evento de arquitectura más importante del último siglo.
De las 21 edificios con 63 viviendas que se levantaron, ya solo quedan 11 en pie. La Segunda Guerra Mundial destruyó las casas de Groupius, Bruno Taut, Max Taut, Hilberseimer, Poelzig y Döcker, y en los años cincuenta se demolió un par más de Rading y Max Taut. Las que siguen intactas están habitadas y dos de ellas, las de Le Corbusier y Pierre Jeanneret, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad y acogen un museo, el Weissenhof Museum. “La colonia fue catalogada como monumento en 1958 […], los ciudadanos de Stuttgart no cuestionan la importancia de este barrio, casi todas las casas han estado siempre en manos públicas desde que se construyeron y se alquilan, esto es lo más importante para su protección”, explica Krämer.
La Weissenhofsiedlung fue una exposición enmarcada dentro de otra temporal, la denominada Die Wohnung (El apartamento), una muestra liderada por Lilly Reich que también presentó el mobiliario que muchas de esas casas debían incorporar: más ligero, austero y estilizado. La propia Lilly vistió todos los apartamentos que había construido Mies van der Rohe –de entre 44 y 88 m2–, mientras que en las casas de Walter Gropius, fue Marcel Breuer el encargado de construir sus muebles. También había piezas de Thonet, Mart Stam o J.J.P Oud, y se presentó la cocina Frankfurt, precursora de las cocinas contemporáneas (con sala de estar), que la austriaca Margarete Schütte-Lihotzky había proyectado en 1926 para unas viviendas sociales de Ernst May.
Caminar por la colonia Weissenhof no resulta hoy extraño, más allá de la de ver en menos de un kilómetro cuadrado viviendas de los más grandes arquitectos europeos del siglo XX. “Hoy ya no podría servir de modelo para la construcción de barrios urbanos, ahora son más densos y diversos”, remata Krämer. La simpleza del ordenamiento de las calles, las níveas fachadas y las líneas rectas y curvas de sus casas aún en pie y en perfecto estado de conservación, ya resultan habituales en muchas ciudades del mundo; pero los habitantes de Sttutgart sí pueden decir que ellos fueron los primeros.